Como habrás podido comprender, al principio pintaba exclusivamente lienzos, pero al crecer me aburría tanto en clase que comencé a dibujar en los márgenes de las libretas de clase, (paradójicamente, me permitía mantener la concentración, especialmente en asignaturas como Historia, que encontré de aburrimiento mortal). No os confundáis, yo era buena alumna, pero no de estilo a vanagloriarme, incluso era bastante discreta (del tipo "debe participar más"). Sin embargo, rápidamente me categorizaron como "la pequeña nerd de la clase" 🤓 (con los inconvenientes que llevaba con ello, pero yo no era del estilo de autocompadecerse y entonces eso me resbalaba como el agua. No escondo que a veces era muy complicado vivir con ello, y que algunos días eran muy largos. Los niños son crueles, pero no me afectó mentalmente o solo un poco). 

Así que decoré mis cuadernos y carpetas con pequeños dibujos a lo largo de mi escolaridad. (no se imaginan cuanto le temía a la frase : "voy a recoger los cuadernos para calificarlos" cuando eso se pasaba, tristemente me armaba con mi goma de borrar, me partía el corazón 😢). Bueno, volvemos al tema, ¡el tiempo vuela y llega la hora del instituto! A menudo se dice que estos son los mejores años, y debo admitir que a menudo siento nostalgia por ellos. Tuve la oportunidad de hacer mi escolaridad en la escuela secundaria agrícola Théza. (no, no cultivé patatas, estaba en la rama científica, ¿eh? Que te he visto venir). A pesar de algunas excepciones, (gilipollas hay en todas partes), el ambiente era de primera categoría. Inspirándome en este entorno relajante, comencé a dibujar pequeños dibujos en una hoja, de formas aleatorias y totalmente abstractas.